ANTÍGONA
Esta tragedia, dominada por la figura de la protagonista, es una
alabanza de la voluntad…
Antígona, que encarna el principio de libertad individual, perece ante
la fuerza de la Ciudad-estado, representada por Creonte. Su lucha contra este
plantea conceptos políticos, como el poder del gobernante frente a la opinión
del pueblo; y jurídicos, como el de la idea de justicia y el valor de las leyes
no escritas.
Sófocles hizo de Antígona un ser superior a los demás, y por eso mismo
menos humanos que ellos. Ismena es un ser común. El individuo superior pierde
parte de humanidad, de esa medianía que permite debilidades, concesiones,
justificaciones ante sí mismo por acto no del todo justificables. La soledad a
la que generalmente están sujetos es el precio que pagan por su grandeza, pues
la naturaleza no crea seres superiores gratuitamente. Les pone el signo. Los
grandes seres poseen distinta medida que lo común. Son indomesticables y se
sienten disgustados con las mediocracias como la de Creonte, porque los obligan
a mantenerse al mismo nivel social que ellas. Los seres superiores sacrifican
su vida para poder dar algo al mundo, y si ese sacrificio los deshumaniza en
parte, también los libra de perecer.
Aunque es mujer, Antígona tiene cierta virilidad en su actitud, muy
propia del siglo V. La sociedad ateniense de entonces tenía un concepto
distinto del actual sobre la mujer, porque le faltaba cortesía. Ello explica el
diálogo entre Creonte e Ismena a propósito de Antígona ( vs 566-569). En el
siglo de Pericles, la preeminencia del hombre era total; y uno de los motivos
por los cuales Creonte no quiere dejar impune la desobediencia de Antígona es
el temor de que si la dejara quedaría vencido por una mujer.
A Antígona le interesa el lazo familiar, el amor a los suyos, que
constituye una ley no escrita, una ley eterna que vale en cualquier sitio y en
cualquier momento. Y con total firmeza se mantiene en su decisión; y si algo la entristece no gozar de las alegrías
que la existencia le depara a las mujeres de su condición y edad, no pronuncia
nunca el nombre de Hemón, con quien las habría compartido…
Antígona inmola su existencia a las leyes no escritas, a las eternas.
Su absoluta devoción a este pensamiento
la vuelve una criatura superior, cuya grandeza rebasa la medida común. Es fácil
decir que se debe morir por una idea; pero se necesita la madera de héroe para
hacerlo. Antígona vivió como pensó que era preciso vivir, y murió por mantener
su conducta.
Creonte representa la social y Antígona lo individual, la ley moral de
la familia. Toda su existencia la pasó entregada a los suyos…
El papel de Antígona tiene belleza,
una belleza adusta; y también algo de tristeza por cuanto supera al nivel
humano corriente. Fuerza y soledad son algo de precio de la grandeza. La soledad
encierra dolor, sacrificio, olvido de los agravios, es inmersión en las fuentes
de la vida, consuelo tremendo, y siempre meditación y enfrentamiento del ser
consigo mismo…
Antígona posee carácter firme e inteligencia lúcida, y semejantes
prendas no pueden ser toleradas en el gobierno de Creonte. Él necesita seres
domesticados, y Antígona por indomesticable es un ultraje a las costumbres. Su
mérito y valor son peligrosos, su verdad es cortante, su dignidad causa daño.
Creonte dispone que Antígona debe morir.
Después de un cántico de amor que entona el coro, la confinan en su
tumba de piedra. Decae por un momento su entereza, y lamenta no poder ver de
nuevo la luz del sol, y morir sin que le hayan entonado canciones de boda…
Fuente:“ CAMINO HACIA SÓFOCLES” R. BULA
PÍRIZ
ANTÍGONA, según
Tabaré J. Freire-
Conviene aclarar desde
el principio una idea firmemente arraigada en la tradición de todos
los comentaristas y punto de partida de todos los errores de
interpretación: el héroe de la pieza es Creón y no Antígona. Como
en “Agamenón” de Esquilo, y se está indicando más bien con
el nombre del drama el agente provocador del pecado
y no al pecador.
Antígona como Agamenón, son quienes precipitan el destino de Creón
y Clytemestra respectivamente, dado con su obrar asidero para que
manifiesten su carácter y pequen. Pero no significa en modo alguno,
que sea Antígona un ser inocente; si así lo fuera...su muerte
causaría asombro y protestas del espectador que, sin embargo y a
pesar de la simpatía , debe reconocer su culpa y lo justo de su
castigo. Conviene insistir en este hecho, porque es la eencia misma
de la concepción helénica. Todo el esfuerzo del poeta está
enderezado, al comienzo de la pieza, a crear en torno del héroe un
halo de simpatía y de grandeza, porque siendo odioso o simplemente
indiferente para el espectador, la alta finalidad pedagógica de la
tragedia no puede cumplirse por entero. Hecho esto, debe mostrar cuál
es la falla que comete en su conducta, el error en que cae por culpa
exclusiva de su carácter, como reiteradamente se dice de Antígona
en la obra. Y así nace el héroe trágico por excelencia, aquel que
por su propia soberbia ve modificarse su suerte de buena en mala,
constituyéndose en claro ejemplo de la justicia irrecusable de los
dioses.
En “Antígona”
existen, por consiguiente, dos pecados (hybris), ambos castigados: el
pecado de Antǵona, oponiéndose a las leyes de Creón; el pecado de
Creón, oponiéndse a las leyes de los dioses con las suyas. En ambos
el fondo último de la violación es la soberbia; dice Creón de
Antígona: “Esa estuvo soberbia, por una parte, cuando/confiada,
violó las leyes establecidas;/ soberbia cuano lo izo y, segundo/
cuando se ja4ctó y vanaglorió de lo hecho” (vs 480 sss.)
Pero también estuvo
soberbio Creón al pretender equiparar y aún superar las leyes
ivinas con su decreto humano y, luego, resistir el aviso de los
dioses or intermedio de Tiresias... Creón reitera su soberbia cuando
resiste a la triple advertencia que se formula: la emotiva de Ismena;
la racional de Hemón y finalmente, el aviso directo de los dioses,
por boca de Tiresias. En los tres casos se concreta que la posición
de Creón es un error (amartía) en el que su insensatez soberbia lo
hace insistir y así Creón resultará víctima de su propio
carácter, como él mismo debe reconocerlo: “ Ay infortunadas
resoluciones mías”(88 vs 1265).
El castigo de la
soberbia de Antígona es la muerte, porque ha sido traidora a la
ciudad. Pero está, además, la culpa ancestral, la vieja culpa de
los Labdácidas que le ha llegado a través de los pecados de su
padre. ... Pero conviene señalar que Antígona no podía hacer
otra cosa que lo que hizo, porque la obligación de enterrar a los
muertos de la familia es terminante y así lo expresa Sófocles por
boca de la heroína... Es la ora justa-injusta, el pecado eficiente,
que mueve a compasión y a terror al espectador, advirtiéndole que,
en la moderación, está la sabiduría.
...Moderación (
sophrosyne) y desmesura se encuentran en conflicto a lo largo de todo
el drama, levando a los personajes insensiblemente hacia la ruina,
sin darle tiempo a retroceder, como en el caso de Creón.
Otro de los elementos
que es interesante, por lo menos, señalar al lector para que los
medite, s el conjunto de ideas manejadas por el poeta al margen d lo
estrictamente argumental. En ese sentido se encuentra todo lo
referente a la política de gobierno de la ciudad, puesto en boca de
Creón y que tan mal debía sonar en los oídos de los atenienses del
año 440, que aún podían enorgullecerse de sus instituciones
democráticas.-
Fuente:Prefacio de “Edipo
Tirano/ Antígona”, 2da edición de Editorial Síntesis, 1961.-