sábado, 4 de junio de 2016

5to. El personaje Antígona ; dos líneas de análisis: Bula Píriz y Tabaré Freire

ANTÍGONA
Esta tragedia, dominada por la figura de la protagonista, es una alabanza de la voluntad…
Antígona, que encarna el principio de libertad individual, perece ante la fuerza de la Ciudad-estado, representada por Creonte. Su lucha contra este plantea conceptos políticos, como el poder del gobernante frente a la opinión del pueblo; y jurídicos, como el de la idea de justicia y el valor de las leyes no escritas.
Sófocles hizo de Antígona un ser superior a los demás, y por eso mismo menos humanos que ellos. Ismena es un ser común. El individuo superior pierde parte de humanidad, de esa medianía que permite debilidades, concesiones, justificaciones ante sí mismo por acto no del todo justificables. La soledad a la que generalmente están sujetos es el precio que pagan por su grandeza, pues la naturaleza no crea seres superiores gratuitamente. Les pone el signo. Los grandes seres poseen distinta medida que lo común. Son indomesticables y se sienten disgustados con las mediocracias como la de Creonte, porque los obligan a mantenerse al mismo nivel social que ellas. Los seres superiores sacrifican su vida para poder dar algo al mundo, y si ese sacrificio los deshumaniza en parte, también los libra de perecer.
Aunque es mujer, Antígona tiene cierta virilidad en su actitud, muy propia del siglo V. La sociedad ateniense de entonces tenía un concepto distinto del actual sobre la mujer, porque le faltaba cortesía. Ello explica el diálogo entre Creonte e Ismena a propósito de Antígona ( vs 566-569). En el siglo de Pericles, la preeminencia del hombre era total; y uno de los motivos por los cuales Creonte no quiere dejar impune la desobediencia de Antígona es el temor de que si la dejara quedaría vencido por una mujer.
A Antígona le interesa el lazo familiar, el amor a los suyos, que constituye una ley no escrita, una ley eterna que vale en cualquier sitio y en cualquier momento. Y con total firmeza se mantiene en su decisión;  y si algo la entristece no gozar de las alegrías que la existencia le depara a las mujeres de su condición y edad, no pronuncia nunca el nombre de Hemón, con quien las habría compartido…
Antígona inmola su existencia a las leyes no escritas, a las eternas. Su absoluta devoción  a este pensamiento la vuelve una criatura superior, cuya grandeza rebasa la medida común. Es fácil decir que se debe morir por una idea; pero se necesita la madera de héroe para hacerlo. Antígona vivió como pensó que era preciso vivir, y murió por mantener su conducta.
Creonte representa la social y Antígona lo individual, la ley moral de la familia. Toda su existencia la pasó entregada a los suyos…
El papel de Antígona  tiene belleza, una belleza adusta; y también algo de tristeza por cuanto supera al nivel humano corriente. Fuerza y soledad son algo de precio de la grandeza. La soledad encierra dolor, sacrificio, olvido de los agravios, es inmersión en las fuentes de la vida, consuelo tremendo, y siempre meditación y enfrentamiento del ser consigo mismo…
Antígona posee carácter firme e inteligencia lúcida, y semejantes prendas no pueden ser toleradas en el gobierno de Creonte. Él necesita seres domesticados, y Antígona por indomesticable es un ultraje a las costumbres. Su mérito y valor son peligrosos, su verdad es cortante, su dignidad causa daño. Creonte dispone que Antígona debe morir.
Después de un cántico de amor que entona el coro, la confinan en su tumba de piedra. Decae por un momento su entereza, y lamenta no poder ver de nuevo la luz del sol, y morir sin que le hayan entonado canciones de boda…
Fuente:“ CAMINO HACIA SÓFOCLES”  R. BULA PÍRIZ


                        



ANTÍGONA, según Tabaré J. Freire-
Conviene aclarar desde el principio una idea firmemente arraigada en la tradición de todos los comentaristas y punto de partida de todos los errores de interpretación: el héroe de la pieza es Creón y no Antígona. Como en “Agamenón” de Esquilo, y se está indicando más bien con el nombre del drama el agente provocador del pecado
y no al pecador. Antígona como Agamenón, son quienes precipitan el destino de Creón y Clytemestra respectivamente, dado con su obrar asidero para que manifiesten su carácter y pequen. Pero no significa en modo alguno, que sea Antígona un ser inocente; si así lo fuera...su muerte causaría asombro y protestas del espectador que, sin embargo y a pesar de la simpatía , debe reconocer su culpa y lo justo de su castigo. Conviene insistir en este hecho, porque es la eencia misma de la concepción helénica. Todo el esfuerzo del poeta está enderezado, al comienzo de la pieza, a crear en torno del héroe un halo de simpatía y de grandeza, porque siendo odioso o simplemente indiferente para el espectador, la alta finalidad pedagógica de la tragedia no puede cumplirse por entero. Hecho esto, debe mostrar cuál es la falla que comete en su conducta, el error en que cae por culpa exclusiva de su carácter, como reiteradamente se dice de Antígona en la obra. Y así nace el héroe trágico por excelencia, aquel que por su propia soberbia ve modificarse su suerte de buena en mala, constituyéndose en claro ejemplo de la justicia irrecusable de los dioses.
En “Antígona” existen, por consiguiente, dos pecados (hybris), ambos castigados: el pecado de Antǵona, oponiéndose a las leyes de Creón; el pecado de Creón, oponiéndse a las leyes de los dioses con las suyas. En ambos el fondo último de la violación es la soberbia; dice Creón de Antígona: “Esa estuvo soberbia, por una parte, cuando/confiada, violó las leyes establecidas;/ soberbia cuano lo izo y, segundo/ cuando se ja4ctó y vanaglorió de lo hecho” (vs 480 sss.)
Pero también estuvo soberbio Creón al pretender equiparar y aún superar las leyes ivinas con su decreto humano y, luego, resistir el aviso de los dioses or intermedio de Tiresias... Creón reitera su soberbia cuando resiste a la triple advertencia que se formula: la emotiva de Ismena; la racional de Hemón y finalmente, el aviso directo de los dioses, por boca de Tiresias. En los tres casos se concreta que la posición de Creón es un error (amartía) en el que su insensatez soberbia lo hace insistir y así Creón resultará víctima de su propio carácter, como él mismo debe reconocerlo: “ Ay infortunadas resoluciones mías”(88 vs 1265).
El castigo de la soberbia de Antígona es la muerte, porque ha sido traidora a la ciudad. Pero está, además, la culpa ancestral, la vieja culpa de los Labdácidas que le ha llegado a través de los pecados de su padre. ... Pero conviene señalar que Antígona no podía hacer otra cosa que lo que hizo, porque la obligación de enterrar a los muertos de la familia es terminante y así lo expresa Sófocles por boca de la heroína... Es la ora justa-injusta, el pecado eficiente, que mueve a compasión y a terror al espectador, advirtiéndole que, en la moderación, está la sabiduría.
...Moderación ( sophrosyne) y desmesura se encuentran en conflicto a lo largo de todo el drama, levando a los personajes insensiblemente hacia la ruina, sin darle tiempo a retroceder, como en el caso de Creón.
Otro de los elementos que es interesante, por lo menos, señalar al lector para que los medite, s el conjunto de ideas manejadas por el poeta al margen d lo estrictamente argumental. En ese sentido se encuentra todo lo referente a la política de gobierno de la ciudad, puesto en boca de Creón y que tan mal debía sonar en los oídos de los atenienses del año 440, que aún podían enorgullecerse de sus instituciones democráticas.-
Fuente:Prefacio de “Edipo Tirano/ Antígona”, 2da edición de Editorial Síntesis, 1961.-