GIACOMO LEOPARDI.-
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Los cantos de Giacomo Leopardi
FRANCISCO RUIZ NOGUERA/
UNA nueva edición de los cantos de Leopardi de la mano
de uno de sus más fervientes traductores al español, Antonio Colinas,
que hace ya más de treinta años publicó un ensayo sobre el poeta
italiano y una antología (Júcar, 1974), al que siguieron varios
trabajos como 'Poesía y prosa' (Alfaguara, 1978), 'Hacia el infinito
naufragio: una biografía de Giacomo Leopardi' (Tusquets, 1988) y
'Obras' (Círculo de Lectores, 1997). Esta nueva edición sigue, en
cuanto a la poesía, sus traducciones anteriores, pero incorpora, en
una segunda parte, el conjunto de Pensamientos que resumen, en gran
medida, la filosofía del poeta romántico.
Como se advierte en una introducción que desvela de forma precisa las
claves de esta poesía, «si el poema verdadero se nos ofrece como un
raro y difícil equilibro entre el sentir y el pensar, entre la
emoción y la reflexión, bien podemos decir que la poesía de Giacomo
Leopardi es un paradigma». En efecto, ésas son las dos líneas ¯el
sentir y el pensar¯ que se entrecruzan en una obra y una vida
marcadas por la enfermedad, la hipersensibilidad y el pesimismo.
Puede que sea el de Leopardi (Recanati, 1798-Nápoles, 1837) uno de
los casos más claros en la identificación de vida y escritura.
Era un gran estudioso
Miembro de una familia aristocrática, su existencia estuvo consagrada
al estudio: formado en la lectura de los clásicos grecolatinos, ya en
su adolescencia escribió algunas tragedias y ensayos sobre el mundo
de la Antigüedad y, muy tempranamente, se inicia en la traducción de
textos de Arquílico, Homero, Virgilio o las epístolas latinas de
Petrarca.
Partiendo de esa formación clásica será, junto con otros poetas
contemporáneos, como Hölderlin, Novalis, Shelley o Keats, uno de los
renovadores en el nuevo lenguaje del romanticismo que tiene una de
sus cimas en los Cantos, cuya primera edición se publicó en Florencia
(1831), la última en vida del poeta salió en Nápoles (1835). En la
edición florentina figuraba ya la impresionante 'Carta a sus amigos
de Toscana', donde el poeta, agravado en su enfermedad, habla de la
intención que mueve su obra: «consagrar mi dolor».
De hecho, es algo que queda patente en su evolución poética a partir
de los 20 años. Aunque aparecen sin división alguna, son tres las
partes en que pueden agruparse los Cantos: en la primera (poemas de
adolescencia y primerísima juventud), la influencia de su formación
grecolatina se resuelve en una estética neoclásica en poemas que se
centran en las pasadas glorias de la patria: 'A Italia' («no veo el
hierro y el laurel con el que se ceñían/ nuestros antiguos padres») o
'Sobre el monumento de Dante', así como en referencias culturalistas:
'Último canto de Safo'. Las dos etapas siguientes, en las que está el
Leopardi más puro e íntimo, son, sin duda, las más cercanas al lector
de hoy: en la segunda (entre los 21 y 34 años), la melancolía, la
reflexión sobre el paso del tiempo y un sentido de apartamiento que
no excluye el deseo de identificación con la naturaleza a través de
la contemplación están en sus poemas capitales: 'El infinito', 'A la
luna', 'La vida solitaria', 'Los recuerdos' o 'El gorrión solitario'
(«solitario,/ sin amigos, sin vuelos/ ( ) ¿Ay, cuánto se parece/ tu
costumbre a la mía!/ ( ) Yo, solitario, en esta/ parte remota salgo a
la campiña» mientras «que la dichosa juventud se apaga».
Soledad y reflexión
La tercera etapa (entre los 35 y 39 años) está marcada por la
soledad, la reflexión ('El pensamiento dominante'), los amores
imposibles ('Amor y muerte') y la desolación personal en poemas como
'La retama' y, sobre todo, esa especie de autorretrato que es 'A sí
mismo': («Ahora descansarás por siempre/ mi cansado corazón. ( )/
Despréciate ya a ti/ y a la naturaleza ( )/ y la infinita vanidad de
todo».
La poética de Leopardi va pareja a su escritura memorialística que
tiene mucho de reflexión filosófica: 'Diario del primer amor',
'Recuerdos de infancia y adolescencia', y el monumental 'Zibaldone',
misceláneo diario intelectual escrito entre los 19 y 34 años, cuyo
fin daría paso al comienzo de los 'Pensamientos' que acompañan esta
nueva edición de los Cantos.
El poeta Antonio Colinas ¯buen conocedor y traductor de la poesía
italiana¯ nos ofrece aquí, pues, una muestra del poeta y del
filósofo, en una traducción modélica, guiada por un claro propósito:
«Ser respetuoso con las palabras del autor ( ) pero a la vez evitar
una fidelidad seca, estéril ( ) que le roba al poema su poesía»; una
traducción que se esmera en recuperar el 'espíritu' y la musicalidad
el poema.
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Giacomo
Leopardi
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http://digilander.libero.it/interactivearchive/leopardi_passero.htm
EL GORRIÓN SOLITARIO
Desde la cima de la antigua torre,
solitario gorrión, hacia los campos
cantando vas hasta que muere el día;
y la armonía corre por el valle.
La primavera en torno
brilla en el aire y en el campo exulta,
tal que al mirarla el alma se enternece.
Escuchas los balidos, los mugidos;
las otras aves juntas, compitiendo
dan alegres mil vueltas por el cielo
libre, y celebran su estación mejor:
tú ajeno y pensativo miras todo;
sin volar, sin amigos,
del juego huyendo y sin cuidar del gozo;
cantas, y así atraviesas
la flor más bella de tu edad y el tiempo.
¡Oh cuánto se parecen
nuestras costumbres! Risas y solaces,
dulce familia de la edad temprana,
ni a ti, amor, de los jóvenes hermano,
suspiro acerbo de provectos días,
busco, no sé por qué; y es más, de ellos
casi a lo lejos huyo;
casi solo, y extraño
a mi lugar natal,
paso de mi vivir la primavera.
Este día que ahora ya anochece,
celebrar se acostumbra en nuestra villa.
Se oye el son de una esquila en el sereno,
se oyen férreos cañones a lo lejos,
atronadores de una aldea en otra.
Toda la juventud
con los trajes de fiesta
deja las casas, corre por las calles;
y mira y es mirada, y su alma ríe.
Yo saliendo a los campos
en soledad por tan remota parte,
todo deleite y juego
para otro tiempo dejo; y al tender
la vista al aire ardiente,
me hiere el sol, que tras lejanos montes
se disipa al caer, como diciendo
que la dichosa juventud desmaya.
Cuando a la noche llegues, solitario,
del vivir que los astros te concedan,
en verdad tu conducta
no llorarás; pues da naturaleza
todos vuestros anhelos.
A mí, si el detestado
umbral de la vejez
evitar no consigo,
cuando mudos mis ojos a otros pechos,
ya ellos vacío el mundo, y el mañana
más tétrico y tedioso que el hoy sea,
¿qué me parecerá de tal deseo?
¿y qué estos años míos? ¿Qué yo mismo?
¡Ay, me arrepentiré, y frecuentemente
hacia atrás miraré, mas sin consuelo!
Giacomo Leopardi (Traducido por Antonio Colinas)
Il passero solitario
·
·
D'in
su la vetta della torre antica,
Passero
solitario, alla campagna
Cantando
vai finchè non more il giorno;
Ed
erra l'armonia per questa valle.
Primavera
dintorno
Brilla
nell'aria, e per li campi esulta,
Sì
ch'a mirarla intenerisce il core.
Odi
greggi belar, muggire armenti;
Gli
altri augelli contenti, a gara insieme
Per
lo libero ciel fan mille giri,
Pur
festeggiando il lor tempo migliore:
Tu
pensoso in disparte il tutto miri;
Non
compagni, non voli
Non
ti cal d'allegria, schivi gli spassi;
Canti,
e così trapassi
Dell'anno
e di tua vita il più bel fiore.
Oimè,
quanto somiglia
Al
tuo costume il mio! Sollazzo e riso,
Della
novella età dolce famiglia,
E
te german di giovinezza, amore,
Sospiro
acerbo de' provetti giorni,
Non
curo, io non so come; anzi da loro
Quasi
fuggo lontano;
Quasi
romito, e strano
Al
mio loco natio,
Passo
del viver mio la primavera.
Questo
giorno ch'omai cede alla sera,
Festeggiar
si costuma al nostro borgo.
Odi
per lo sereno un suon di squilla,
Odi
spesso un tonar di ferree canne,
Che
rimbomba lontan di villa in villa.
Tutta
vestita a festa
La
gioventù del loco
Lascia
le case, e per le vie si spande;
E
mira ed è mirata, e in cor s'allegra.
Io
solitario in questa
Rimota
parte alla campagna uscendo,
Ogni
diletto e gioco
Indugio
in altro tempo: e intanto il guardo
Steso
nell'aria aprica
Mi
fere il Sol che tra lontani monti,
Dopo
il giorno sereno,
Cadendo
si dilegua, e par che dica
Che
la beata gioventù vien meno.
Tu,
solingo augellin, venuto a sera
Del
viver che daranno a te le stelle,
Certo
del tuo costume
Non
ti dorrai; che di natura è frutto
Ogni
vostra vaghezza.
A
me, se di vecchiezza
La
detestata soglia
Evitar
non impetro,
Quando
muti questi occhi all'altrui core,
E
lor fia vóto il mondo, e il dì futuro
Del
dì presente più noioso e tetro,
Che
parrà di tal voglia?
Che
di quest'anni miei? che di me stesso?
Ahi
pentirornmi, e spesso,
Ma
sconsolato, volgerommi indietro.
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