Baudelaire y el Romanticismo.-
Charles Baudelaire (París, 1821-1867), asoma a la literatura del siglo
XIX en un momento muy particular. Asiste al triunfo de la doctrina, del teatro
y de la novela románticos, al mismo tiempo que ve desintegrarse al movimiento en las tendencias como el romanticismo
social, el pintoresquismo y el parnasianismo. Entre los años que van del 40 al 52, se produce el gran
silencio de los líricos románticos.
Baudelaire nace del Romanticismo; su libro, “Las flores del mal” se
publica en el período en que aparecen las obras poéticas más maduras de este
movimiento y se da en él, precisamente por ser epigonal, la lucidez de un
romántico moribundo, la conciencia crítica más profunda del Romanticismo.
Realiza entonces poéticamente la
aspiración romántica de la modernidad, que solo se había dado totalmente en la
novela, al descubrir la poesía de la ciudad… Su poesía , como no se daba desde
el siglo XVII en Francia, se vuelve “fatalmente filosófica” y plantea con vigor
medieval la noción del pecado original, debatiéndose lúcidamente entre la
radical disyuntiva del bien y del mal, de la salvación o de la perdición. Nadie
poseyó tan intensamente la convicción de “la alquimia poética”, de la magia del
verbo, para intentar, desde lo natural, vislumbrar lo sobrenatural, a través de
lo múltiple lo único, y en el transcurrir de los instantes, lo eterno. Y por
eso mismo, la experiencia de fracaso, de radical desilusión que es inherente a
todo el romanticismo, es en él culminante. Con orgullo desesperado y satánico,
impotente en el exilio del mundo cotidiano, cultivó con pasión y fervor, como
“un perfecto químico y como un alma santa”, el tormento de su poesía, por la
que el peregrino entreveía la lejana patria, origen y destino, recuerdo y esperanza,
y sin embargo, inalcanzable en la poesía.
Si esto es lo que culmina en su obra, hay también en
ella magníficos comienzos. Pocos libros tan preñados de gérmenes que luego
desarrollarán estupendos mundos poéticos. El Simbolismo, la gran corriente artística
de la segunda mitad del siglo XIX, en la que participan Verlaine, Rimbaud,
Mallarmé, nace en “Las flores del mal”. Su sentido de misterio, su magistral
utilización de la alegoría medieval y del símbolo poético en su sentido más
vasto, el poder del encadenamiento de sus versos, la sugestión musical de sus
ritmos, la transparencia de sus imágenes, lo convierten en el primer
simbolista, y logran una transformación de la poesía francesa del siglo XIX. Es
ésta de tal magnitud que no es aventurado asegurar que sin Baudelaire, los
grandes poetas que le sucedieron no serían tales como hoy los conocemos. De
esta manera “Las flores del mal”, se constituyen en una verdadera encrucijada
poética donde convergen las grandes temáticas románticas y el culto formal a la
belleza del parnasianismo, y de donde parte la concepción simbolista de la
poesía.-
Comentario de Edmundo Gómez Mango
Introducción, “Las flores del mal”, Ediciones Banda Oriental,1978.-
SIMBOLISMO
El simbolismo fue un movimiento literario que se desarrolló fundamentalmente en
París, en las dos últimas décadas del siglo XIX, y congregó a importantes
artistas de distintos países europeos. Para algunoss autores es sólo un post
romanticismo,pero son bastante diferentes. El simbolismo incorpora elementos
modernistas y decadentistas para construir su estética, y plantea una postura
contraria a los nacionalismos literarios. Habrá de mostrar a los poetas de fin
de siglo y de principios del siglo XX un universo sobrenatural, de misterio,
desconocido para los profanos, que sólo lo pueden vislumbrar a través de los
poetas “videntes”. El principal representante de esta corriente, el poeta
Stephen Mallarmé, dirá en 1862: “toda cosa sagrada que quiere mantenerse se
envuelve en el misterio”. El simbolista no busca expresar la realidad, sino
trascenderla. El mundo real es símbolo de otra cosa que está más allá de lo
sensible. Se aplica el idealismo filosófico a la literatura: cada cosa es un
símbolo, manifestación de algo oculto. Los objetos están vinculados, a pesar de
sus múltiples apariencias, poe ecos, analogías, correspondencias. El poeta es
quien debe relacionar esos dos mundos: el sensible y el trascendente. Como
antecedente del Simbolismo, en el poema “Correspondencias” de Baudelaire se
plantea la unidad de la creación, la corresponencia entre el mundo espiritual y
el material por medio de símbolos que conforman una analogía universal.
Los simbolistas tienen una gran preocupación por el lenguaje, y su influencia
será decisiva en el siglo XX, aun entre aquellos que reaccionaron contra ellos.
Formalmente, la suya es una poesía que explorará la sonoridad del verso, pues
“la poesía es música ante todo”. Por ello la palabra habrá de tener un valor
mágico, pues a través de ella se aprehende la realidad y se la devela. El
Simbolismo significó una revolución en la versificación, que habría de culminar
en el verso libre.
Baudelaire se
encuentra entre los precursores del Simbolismo, aquellos que de alguna manera
posibilitaron su surgimiento, aunque sin integrarlo. Son similares su uso del
símbolo poético, la sugestión musical de sus versos y su sentido del misterio,
que plantea al poema como un enigma cuya llave debe encontrar el lector.
Otras
características simbolistas son la búsqueda de la melodía, la renovación del
vocabulario, la liberación de las palabras de la lógica prosaica. El poeta debe
hablar del efecto y no de la cosa en sí: “el verso no debe componerse de
palabras, sino de intenciones, y todas las palabras se borrarán ante la
sensación”. “Nombrar un objeto es suprimir las tres cuartas partes del placer
del poema, que consiste en la felicidad de volverse tal poco a poco; sugerir,
he ahí el sueño”. Se busca proceder por analogías, lo que está ligado a la
búsqueda de correspondencias ya mencionada. El poeta recibe infinidad de
palabras y de imágenes que le dictan espontáneamente su imaginación o el mundo
exterior. Hay que combinarlas entre sí y hacerles surgir sus analogías.
Algunos simbolistas
fueron vistos como los “poetas malditos”, por su humor frío y cruel, su uso del
terror como recurso literario y su gusto por lo fantástico, lo esotérico, lo
metafísico. La poesía sería como un puente al conocimiento metafísico.
Los
principales poetas simbolistas fueron Mallarmé, Paul Verlaine y Arthur Rimbaud.
“LAS FLORES DEL MAL”
Baudelaire no pertenece en
particular a una sola de las corrientes antes desarrolladas: él se anticipa a
su tiempo, a la vez pertenece a él y lo supera, y resulta por esencia
indefinible, imposible de encasillar en una corriente o movimiento determinado.
Su poesía es la base para la poesía de todo el siglo XX, y por ello estudiaremos
algunos aspectos de su obra más importante.
Publicada en 1857,
esta obra tuvo como antecedente la publicación en 1851 de once poemas del autor
en un periódico, bajo el título “Los limbos”, que sería el primitivo nombre de
“Las flores del mal”. Con este último título se publicaría en 1855 un conjunto
de dieciocho poemas, en una revista.
La obra está
dedicada a Gautier, y de inmediato suscitó el escándalo por su temática, a tal
punto que la justicia inculpó a Baudelaire de atentado a la moral pública y la
edición fue requisada. En 1861 aparece la segunda edición, con 35 poemas nuevos
y la estructura definitiva que a partir de ahí conservará. Baudelaire al
principio concibió a la obra dividida en tres partes que sumaran cien poemas,
en evidente relación con la “Divina comedia”, pero luego modificó esto, si bien
insiste en que se trata de un todo orgánico, no la simple suma de sus partes.
No son los suyos poemas para la mayoría de los lectores, ni alcanzaron gran
difusión hasta el siglo XX. Su temática es en general ciudadana, es una poesía
de corte filosófico, muchas veces hermética en sus contenidos.
Este libro está
estructurado de modo tal que cada composición vale por sí misma, pero además
por su relación con el conjunto. Según Banville: “Desde el punto de vista del
arte y de la sensación estética, perderían mucho al no ser leídos en el orden
que el poeta, que sabe lo que hace, los ha colocado”.
La obra está dividida en
seis secciones:
1) SPLEEN E IDEAL: es la más extensa y expresa la condición humana de
Baudelaire. El poeta, a través del amor y del tedio, llega a la conciencia en
el mal.
2) CUADROS PARISINOS: el poeta contempla la ciudad y sus habitantes,
deja de ser el hurgador de sí mismo para adoptar la condición de testigo de las
calles de París, descubre en el exterior el reflejo del problema esencial de la
condición humana: el mal.
3) EL VINO: es un intento de huída a los paraísos artificiales que no puede
conducir sino al fracaso.
4) LAS FLORES DEL MAL son doce poemas, que se constituyen en los apóstoles
del mal.
5) REBELIÓN: después de haber optado por el mal, el poeta ha optado por el
jefe del mal: el Diablo.
6) LA MUERTE: Muerte de los protagonistas y comienzo del gran viaje más
allá de la vida, hacia lo nuevo.
Apuntes del prólogo de “Las flores del mal”
,Edmundo Gómez Mango, Ediciones Banda Oriental y Manual 19: “Baudelaire”, Rogelio Mirza,
Editorial Técnica.
“EL ALBATROS”
Por divertirse, a veces, la gente marinera,
atrapa los albatros, grandes aves del mar,
que siguen, indolentes compañeros de viaje,
al navío que surca los amargos abismos.
Cuando apenas han sido dejados en cubierta,
los reyes del azur, torpes y vergonzosos,
sus grandes alas blancas tristemente
abandonan
semejantes a remos, cayendo a sus costados.
¡Qué torpe y débil es el alado viajero!
Él, antes tan hermoso, cuán cómico y cuán
feo!
Uno el pico le quema acercando una pipa,
otro rengueando imita, al cojo que volaba!
El poeta es igual a este rey de las nubes
que habita la tormenta y ríe del arquero;
exiliado en el suelo, en medio de abucheos,
sus alas de gigante le impiden caminar.
“CORRESPONDENCIAS”
Naturaleza es templo donde vivos pilares
dejan salir a veces sus confusas palabras;
por allí pasa el hombre entre bosques de símbolos
que lo observan atentos con familiar mirada.
Como muy largos ecos de lejos confundidos
en una tenebrosa y profunda unidad,
vasta como la noche, como la claridad,
perfumes y colores y sones se responden.
Hay perfumes tan frescos como carnes de
niños,
dulces
como el oboe, verdes como praderas,
y
hay otros corrompidos, ricos y triunfantes,
que la expansión poseen de cosas infinitas,
como el almizcle, el ámbar, el benjuí y el
incienso,
que cantan los transportes del alma y los
sentidos.
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